miércoles, 9 de marzo de 2022

Vivir con valor, valor para vivir.

Efraín Navarro Consultoría

“Usted no puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno de nosotros debe trabajar para su propia mejora” 

 Marie Curie / Premio Nobel de Física de 1903 y Premio Nobel de Química de 1911.

Por: Erika Pérez

Se necesita valor para vivir. Desde que somos concebidos ya hemos mostrado un gran valor; en principio por llegar, después, por permanecer en el vientre de nuestra madre y esperar, pacientemente, nueve meses de gestación, si no es que optamos por nacer antes del plazo acostumbrado; porque en ocasiones nos ganan las ansías por estar entre los brazos de mamá.

Una vez fuera de la protección del vientre materno, empieza la aventura por permanecer en este mundo físico, espiritual y emocional.

Emociones son las que van a definir toda nuestra vida; eso dependerá de la niñez que tuvimos; “infancia es destino”, suele decirse. Si fue “buena” o “mala” lo sabremos ya de adultos, ya que es la etapa cuando las palabras y acciones de los mayores habrán dejado huella en nuestro corazón, en nuestro cerebro y en nuestra personalidad.

Estas emociones pueden provocar frustración, misma que debemos trabajar por controlar. Por eso debemos recordar decirle continuamente a la persona que vemos frente al espejo: ¡Qué valiente eres! ¡Qué fuerte has sido todo este tiempo!

Valiente es aquél o aquella persona que a pesar del dolor y las heridas se levanta cada mañana y sonríe para sentirse fuerte y transmitir esa fuerza a los demás.

Mantener viva la esperanza en que todo irá mejor nos hace valientes, tanto a hombres como a mujeres. Nuestra condición humana está dotada de las herramientas suficientes para salir adelante y superar cada proceso, cada quien a su ritmo y tiempo. Sólo debemos confiar en nosotros.

Valientes somos, porque a pesar de estar rotos por dentro, sea por la pérdida de un familiar o por un hijo con una enfermedad terminal, o por un abuso de la infancia que aún sigue doliendo, somos capaces de sonreír, en lugar de buscar infinidad de razones para justificar la renuncia a seguir viviendo. 

Quienes agradecemos a la vida, aun a pesar de sus rudezas, seguimos dando pasos hacia adelante con la certeza de que el universo y un ser superior nos guiarán por caminos de dicha y realización; sabedores de que en el trayecto encontraremos a otros valientes que nos mostrarán con sus experiencias que sí, que sí vale la pena vivir.

¿De dónde sacar las fuerzas necesarias para continuar? Una opción, la más redituable acaso, es el servicio a los demás, desde nuestros talentos y habilidades. Es importante dotarnos siempre de una dosis extra de empatía y bondad para lograrlo.

A veces requerimos de motivación, y para obtenerla tenemos que motivar a otros, impulsar a otros, inspirar a otros. Quizá te preguntes: ¿Cómo podre dar eso a los demás, si mi vida es un desastre? Tu vida y las experiencias vividas serán el mayor testimonio y el mejor ejemplo que puedes ofrecer a tus semejantes.

Pero en esta ecuación de valor por vivir no puede faltar el amor; el gran movedor de montañas, el que todo lo perdona; la gasolina que nos impulsa a defender con uñas y dientes a los seres queridos; el legado más hermoso que jamás pasará de moda: el AMOR.

Y si te amas a ti mismo, aún tendrás más motivos para jamás renunciar a la maravillosa oportunidad de gozar la vida, y cada día descubrirás un motivo nuevo para seguir siempre hacia adelante. En ese andar encontrarás, con toda seguridad, a más como tú, seres igualmente valientes que te acompañarán con su luz a iluminar la vida de otros.

Erika Pérez Velázquez

Internacionalista, comunicadora y periodista. egresada de la Universidad Iberoamericana. 

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2 comentarios:

  1. me gusto esa parte que dice A veces requerimos de motivación, y para obtenerla tenemos que motivar a otros.

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